Buscador de noticias

Menú secundario Fin del menú secundario

Comienza el contenido principal

Noticias

Volver a noticias

Fallece D. Claudio Fernández Junquera, empresario, ciudadano, hombre de familia y presidente cameral

Cuando una persona nos abandona de manera definitiva, es el momento en el que en la memoria y las conversaciones de quienes le conocíamos, tratábamos y queríamos, se agolpan los recuerdos, las vivencias y los buenos momentos. 

Cámara 16 de diciembre de 2016

Cuando una persona nos abandona de manera definitiva, es el momento en el que en la memoria y las conversaciones de quienes le conocíamos, tratábamos y queríamos, se agolpan los recuerdos, las vivencias y los buenos momentos. Esto es lo que ha sucedido cuando hace unos días nos sorprendía la noticia del fallecimiento de D. Claudio Fernández Junquera. Y una de las primeras valoraciones que me asaltaban era el espíritu discreto, ausente de todo protagonismo, de una persona que, por el contrario, había ocupado y desarrollado cargos y responsabilidades de gran trascendencia para Gijón y para Asturias en el ámbito empresarial, institucional, político y social.

Aunque en el título de esta tribuna he reseñado en último lugar su condición de Presidente Cameral, en mi responsabilidad de Presidente de la Cámara de Comercio de Gijón, no me resisto a comenzar por ponderar su dilatada y fructífera labor durante el tiempo que ocupó cargos de gobierno en esta Institución, de manera muy espacial desde que pasó a ostentar la Presidencia. Los hitos más de referencia en sus mandatos ya han sido suficientemente glosados en estos días. Prefiero centrarme en esta ocasión en las virtudes que jalonaron su actuación: criterio, prudencia, saber escuchar, aglutinar los distintos sectores y hacer equipo. Con ello consiguió poner en valor el principal cometido de las Cámaras de Comercio: hacer visible y entendible por todos el papel de los empresarios y con ello la defensa de los intereses generales. Y ello sobre la base y el convencimiento de que tomar la libre decisión de ser empresario, de hacer empresa, es el arranque y motor que posibilita la creación de riqueza, y como consecuencia de ello, la mejora de las condiciones de vida de las personas, el desarrollo pleno como tal de éstas a través del trabajo bien hecho, elevando en consecuencia la dignidad de dichas personas.

Esto, y no otra cosa, son las Cámaras de Comercio. Son las empresas, todas y cada de ellas, razón por la cual las Cámaras de Comercio se constituyen como la voz de los empresarios en una sociedad de libre economía de mercado, como es España, según se consagra en nuestra Constitución.

D. Claudio, como empresario, ha sido un referente en su sector, tanto a nivel local, nacional como internacional. Los barcos no conocen fronteras. Durante los años que gestionó y estuvo al frente del grupo empresarial familiar amplió, no sólo el número de naves y los destinos de éstas, sino el número de compañías y los tipos de actividad. Pero más allá de esto, fue referente de rigor, respeto a la palabra dada y cumplimiento de sus compromisos, tanto con sus clientes y proveedores como, y de manera especial, con los trabajadores que prestaban servicios en sus compañías, virtudes éstas especialmente valiosas en todo empresario.

Como hombre de familia y también de fe, su mayor legado son sus siete hijos y sus ocho nietos, que además de asegurar el relevo generacional, suponen el mayor orgullo de todo padre, y más aún cuando la unión de éstos en torno al dolor por su pérdida, era más que evidente para todos los que acudimos a acompañarles y apoyarles en el tanatorio de Gijón. El cariño y delicado respeto con su querida Maribel, era palpable cuando en vida de ambos se compartía conversación y tertulia con ellos. Era conocido el hábito de D. Claudio de concluir toda reunión en hora para acudir puntual al almuerzo familiar, lo que supuso a su vez una excelente norma para los que compartían trabajo con él.

Y por último la faceta social y política, en la que, por no extenderme más, solamente pondré en valor su compromiso en la brillante obra de la transición política española a la que contribuyó decididamente. Como hombre de mundo que era por su profesión, conocía que este era el único camino hacia el que España debía transitar, desde la concordia, la negociación, la cesión y el entendimiento, teniendo como ideales la libertad de las personas indefectiblemente unida a la responsabilidad.

Gracias Claudio por tu ejemplo y legado, a los cuales nos sentimos obligados, velando por ellos y acrecentándolos.

Fin del contenido principal

  • Inicio del contenido